Psicologia, Musica y Arte

Luis Alberto Spinetta
Un paseo por el arte y la
musica de

por Matias Montoya

Te amamos Luis Alberto

Para los amigos y fanáticos era El Flaco. Para los críticos y especializados en la materia, Luis Alberto Spinetta.
Luis nació un verano de 1950 (25 de enero).
Creció y se educó en el barrio de Belgrano, cerca de la cancha de River Plate.
Gracias a su padre, un músico que cantaba tangos en algunas radios, y a sus tíos, Spinetta comenzó a interesarse de sobre manera en la música.

Si bien la música que se escuchaba por aquellos años de juventud eran el rockabilly, el folklore y los tangos; Luis logró comenzar a componer gracias a sus influencias literarias.
Sartre, Jung, Freud, Nietzsche, Foucault, Delenze, Castaneda y Artaud eran moneda corriente en las lecturas del joven flaco.
Amaba el arte (considerado por sus amigos un bicho raro por los gustos) y conocía la concepción de las pinturas de Van Gogh y Dalí como pocos.

Todos esos conceptos los plasmo en las armonías que componía. La familia ayudó bastante para que Luis pueda desarrollarse. La guitarra fue su aliada en los pasos que dio.

A finales de la década del ´60 formó una de las grandes bandas que, junto con Los Gatos, Manal y Tanguito, lograron desarrollar y dar forma al rock nacional de aquellos tiempos: Almendra. Junto con Edelmiro Molinari (guitarra y voz), Emilio Del Guercio (bajo y voz) y Rodolfo García (batería y voz) editaron dos discos de estudio llamados Almendra y Almendra II.

Más tarde se editarían los póstumos Obras I y II excusa para reunirse y lograr uno de los sonidos más puros y compactos de aquellos años. En este álbum plasmaron temas que aún hoy resuenan en el inconsciente colectivo de la sociedad argentina como Rutas Argentinas, Ana No Duerme, Mestizo, el clásico Muchacha Ojos de Papel, entre muchos otros.

Un año más tarde de la disolución de Almendra, en 1971, llegó Pescado Rabioso. Su sonido era una cruza entre jazz, rock progresivo y blues. Black Amaya (batería) y “Bocón” Frascino (bajo) le daban forma a un terceto perfecto y con sonido demoledor. Más tarde se sumaría Carlos Cutaia (teclados) y Davis Lebón (bajo) en reemplazo de Bocón. Desatormentándonos y Pescado Rabioso 2 fueron un claro ejemplo de la música que desarrollaría Spinetta a lo largo de su carrera profesional.

Con temas como Serpiente (viaja por la sal), Dulce 3 Nocturno, Blues de Cris, Poseído del Alba, Credulidad, entre muchos otros; daban rienda suelta a la creatividad poética y esto se llegó a notar fehacientemente con Artaud.
Cantata de Puentes Amarillos, Por, Todas las Hojas son del Viento, Bajan; son consideradas un producto de una calidad sonora y una literatura sin precedentes hasta el momento.

Artaud no es un disco popular y daría un vuelco para Spinetta que lo marcaría por el resto de su trayectoria.

El álbum es muy intimista y acústico y presenta matices difíciles de digerir para la época en que fue concebido y su arte de tapa contradictorio para lo que se exponía (una tapa verde totalmente deformada con un arte interno poco visto para los ´70) Spinetta conecta sus más fieles sentimientos hacia Antonin Artaud (poeta y dramaturgo francés), quien lo marca con la prosa de este gran escritor.

Luego de grabar con Pappo el disco Pappo´s Blues Vol. 3, Pomo Lorenzo (batería) y Machi Rufino (bajo y voces) cayeron en los brazos de Spinetta para crear Invisible, banda pionera del jazz rock y considerada por la crítica como una de las mejores formaciones musicales del rock Nacional (yo también incluyo la formación que tuvo Pappo al editar el volumen 3 y también el volumen 1, pero aquí con Black Amaya y David Lebón)

Con Invisible editó tres álbumes muy distintos uno de otro: Invisible, Durazno Sangrando y El Jardín de los Presentes. Temas como Jugo de Lúcuma, Durazno Sangrando, Dios de la Adolescencia, El Anillo del Capitán Beto,

Los Libros de la Buena Memoria, Que Ves el Cielo, fueron temas tan hermosos como distintos uno de otros.

Si en Pescado Rabioso la métrica de sus temas era muy regular, aquí las canciones prestaban un brillo propio y dejó a Invisible como la banda que impartió el jazz rock y el jazz fusión en el país.

Ya Luis Alberto Spinetta era tenido en cuenta como la persona que iba a cambiar al rock criollo. Con Spinetta Jade cerró su aporte hacia el jazz.

Si bien seguiría utilizándolo como herramienta base tanto en sus discos como en los conciertos que realizaba, Spinetta desarrolló Jade, una banda donde la formación estaba centrada en él y Pomo. Luego vendría un variopinto de músicos entre los que se destacaba Pedro Aznar, Juan Del Barrio, Bernardo Baraj, Leo Sujatovich, Diego Rapoport entre muchísimos otros grandes profesionales que daban jerarquía a la banda.

En su etapa solista (que lo llevó a partir de la década de los ´80 hasta su muerte) fue un abanico de géneros musicales que iban desde el rock progresivo, pop, jazz, blues, funk, indie y hasta editó un Unplugged para la cadena MTV.

Antes de su muerte, que se gestó el 8 de febrero de 2012 a raíz de un cáncer avanzado de pulmón (era adicto al cigarrillo), pudo organizar uno de los shows más duraderos (5 horas de recital ininterrumpidos en el Estadio de Vélez Sarsfield) y monstruosos que se hayan visto hasta el momento: Spinetta y Las Bandas Eternas.

Las Bandas Eternas fue su último grupo pero sólo para este recital. Compuesto por Claudio Cardone (teclados), Sergio Verdinelli (batería), Nerina Nicotra (bajo) y Guillermo Vadalá (guitarra).
Con ellos como grupo estable, Spinetta desarrolló el recital con todas las bandas en la que estuvo: Almendra, Pescado Rabioso, Invisible y Spinetta Jade.

Dejándonos su psicologia y trayectoria en vivo y en directo. El disco denominado como el recital, posee 48 temas y hace un repaso del mejor repertorio spinetteano.

Spinetta nos dejó un legado inigualable e irrepetible.

Sus letras quedarán en nuestra memoria que por suerte plasmó todo en obras discográficas únicas, para el deleite de generaciones futuras y para los que aún seguimos descubriendo e interpretando cada poesía hecha armonía.

Celebro su música cada vez que la escucho. Por eso, te amamos Luis Alberto.

Por Matías Montoya